miércoles, 6 de agosto de 2008

Heridas invisibles




Hace unos días mantuve una conversación, por enésima vez, con un familiar sobre si tengo o no depresión y ansiedad. Y como tantas otras veces me di por vencida. No importa las explicaciones que dé, los argumentos, los síntomas, motivos, los libros o estudios médicos que cite. El resultado siempre es el mismo. Al no haber una manifestación física, palpable, estás hablando de algo que para esa persona no es real. Sólo ocurre en tu cabeza.

He deseado miles de veces que ante el cuestionamiento de la depresión, se pudiera manifestar de alguna forma física, evidente e innegable. Incluso he anhelado tener una enfermedad física, aunque fuera más terrible, más grave, a cambio de dejar de tener depresión.Y es que las heridas de la mente, el sufrimiento psíquico, el dolor, no se ven, no son visibles a los demás. El alma no sangra, al menos de forma literal. Pero he sentido tanta impotencia en tantas ocasiones que he deseado tener una herida física, para decir: “Así de mal me encuentro, ¿acaso no te das cuenta?. Porque iba a fingir que estoy hundida. ¿Por qué crees que lloro o no soy capaz de salir de mi habitación? ¿Porque iba a inventarme algo así?. Ni lo he elegido ni me gusta. Y daría lo que fuera porque no fuera real, porque no fuera verdad.

Nadie se atreve a plantear que una enfermedad física es falsa. Si alguien tiene apendicitis o una pierna rota sería de una extrema crueldad negárselo. Exigirle las pruebas, los análisis, o querer ver sus heridas. ¿Por qué los trastornos psíquicos se niegan, se cuestionan?. O se ocultan por vergüenza a la crítica, al juicio de los demás. No sé si es peor negar la evidencia o tachar de loco a esa persona sólo porque tiene un problema que no entendemos, ni aceptamos. La enfermedad no desaparece por arte de magia, ante la incredulidad de los demás. Ponerse una venda y negar la realidad no hace desaparecer un problema.Explicas como te sientes y la gente sólo es capaz de decir que te animes, que le busques el lado positivo a las cosas, que no te pasa nada. Es cruel. Como si pegaras a un gatito sólo porque ha sido atropellado o malherido. De esta forma te sientes, como si estuvieras herida y sangraras internamente, y a pesar de ello los demás en lugar de curarte las heridas te hicieran aún más daño. Sólo porque no lo pueden ver.

Todo esto aumenta el sufrimiento, el malestar, sobre todo cuando la otra persona, alguien a quien quieres y de la que necesitas su apoyo y comprensión, se cierra en banda, no quiere escuchar. Aunque lleve años así no sé explicar lo que me ocurre como lo hace un psiquiatra o psicólogo. Ni siquiera los mismos profesionales tienen del todo claras las causas de estas enfermedades ni te dan todas las explicaciones que necesitarías. De hecho se desconoce mucho sobre el origen, la evolución, el tratamiento y la curación de estos trastornos.

Al final acabas optando por rendirte y dejar de dar explicaciones. Dices: “No te preocupes, no me ocurre nada. Aunque lleve años sintiéndome así, esto no es una depresión crónica. Se me pasara”. Si ellos lo creen tal vez yo me lo crea. Eso debería bastar.

1 comentario:

Tarha dijo...

Otra vez siguiendote