viernes, 1 de agosto de 2008

Caída




Qué ocurre cuando una persona pierde el interés por todo, por sus aficiones, por su trabajo, por todo lo que antes le hacía sentirse bien. Cuando no se tienen fuerzas para afrontar la vida. Cuando las lágrimas son con demasiada frecuencia nuestra única respuesta a cualquier pregunta o comentario de los demás. Simplemente todo se ha vuelto vacío y carente de sentido.

No tienes ganas ni ánimo para hacer nada. Puedes pasarte horas y horas pensando qué es lo mejor que puedes hacer, y ante el temor de tomar una decisión equivocada, por insignificante que sea, te quedas paralizada. Sólo esperas que alguien te rescate de ese laberinto de dudas en el que se ha convertido tu vida.

Tu mente es tu enemiga y a la vez tu única compañera. Ella es la que te hace pensar durante horas, analizar los pros y los contras, las consecuencias de tus actos, preocuparte hasta el agotamiento. Temes perder la razón y el control de tus pensamientos.
Sin saberlo has entrado en el mundo de la enfermedad, en la depresión. Has iniciado tu caída en la desesperación.

Sólo tienes ganas de llorar, continuamente. La tristeza que te invade te deja sin fuerzas, sin voluntad. Eres como una niña vulnerable, perdida y sola.
Los días se hacen insoportables, interminables y monótonos. Cualquier actividad que antes era una rutina ahora se convierte en algo difícil de afrontar. Algo que te supera y con lo que no puedes. Cualquier actividad te supone un gran esfuerzo.

Desarrollas varios síntomas: falta de concentración, pérdidas de memoria, irritabilidad, apatía, cambios de humor, dificultad para expresarte (hablar o escribir), dificultad para memorizar, baja o nula autoestima, pesimismo, negatividad, ideas de suicidio, miedo...etc. Todo esto no ocurre sólo durante unos días o una temporada se prolonga en el tiempo, y no desaparece de un día para otro.

La reacción de la gente que te rodea, con la que convives o trabajas, amigos o familiares, es determinante para que te acabes de hundir o puedas seguir sobreviviendo. Si los demás no entienden ni aceptan lo que te ocurre, si son incapaces de reconocerlo como un trastorno psicológico, y te hacen comentarios del tipo: “Si estás mal es porque quieres, no tienes voluntad para salir adelante, déjate de tonterías, no tienes auténticos problemas para estar así..”.etc, sólo hacen que fomentar el dolor y la impotencia que ya sientes.
Si alguna de las personas de tu entorno entienden y aceptan que lo que te ocurre es una enfermedad, y no te reprochan tu estado de animo, entonces serás una persona afortunada, porque no estarás sola. Ellos serán los que te ayudarán a ver una luz en la oscuridad en la que te encuentras.

No hay comentarios: