martes, 24 de marzo de 2009

Ocultarse




Ayer un conocido del trabajo me estuvo diciendo que debía superar mis problemas de agorafobia y timidez. Que no debía estar triste. No es la primera vez que lo hace. Él no sabe que ya estoy en tratamiento con una psiquiatra y que llevo años luchando por todo eso que me comenta que debo hacer. Que todo lo que él me dice me lo he repetido ya miles de veces, y que me aguanto las ganas de llorar muchas veces.

Me resisto a comentárselo a los que me rodean, sobre todo cuando mi relación con ellos no es profunda ni de plena confianza. No quiero que la gente de mi entorno sepan que tengo depresión y ansiedad. No me gusta que me etiqueten con palabras que me harían daño, y prejuicios absurdos. Si saben qué me ocurre aún me sentiría más cohibida y juzgada por mis actos. Muy poca gente sabe guardar un secreto, y ser discreta, sobre todo con los problemas de los demás. Mis dificultades psicológicas son para mí algo personal, intímo, y que no me gusta revelar, salvo cuando no queda más remedio.

Por eso me encuentro muy a menudo con este tipo de comentarios:" sal más de casa, por qué no te tomas unas flores de Bach y acabas con esos nervios, no te escondas, sé más alegre, vente de fiesta y olvidate de todo...etc". Intento disimular, afirmar que sí, que tal vez me lo plantee y que intentaré ver las cosas como los demás dicen. Intentan ayudarme, lo sé, lo hacen con buena intención. Pero cuesta mantener la mirada mientras se está ocultando una realidad, que a mi tampoco me gusta saber que existe.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Oscuridad




Hace ya días que estoy más triste de lo normal y sólo tengo ganas de llorar. Prácticamente a todas horas. Me cuesta muchísimo forzar una sonrisa en el trabajo para aparentar que no me pasa nada. Ni siquiera entiendo porque me siento así, porque objetivamente no me van tan mal las cosas. Eso me recuerda la gente que me rodea, con la intención de animarme. Tal vez es que la depresión trata de eso, de ver las cosas y la vida diaria con una tristeza fuera de lo normal. De tener ganas de llorar porque te encuentras mal físicamente. De no querer salir de casa porque no me apetece hacer nada en absoluto. Casi por cualquier comentario que me hagan me entran ganas de llorar y tengo que reprimirme para no hacerlo. Me afectan demasiado las dificultades y estoy más hipersensible de lo que ya suelo estar.

Sobre todo estoy cansada de estar así, día tras día. Me siento culpable por no mejorar, por no ser más positiva, porque no cambia mi forma de afrontar la vida. Porque cada día me siento con una ansiedad y una angustia que me supera. Esta depresión parece casi una maldición de la que nunca me voy a liberar.

Me pregunto como lo hacen los demás, que siempre ven el lado positivo de la vida, y que no le dan mil vueltas a los problemas, como yo hago. Les admiro profundamente por ello. Por ser capaces de pensar que este mundo no está tan mal, como a mi me parece, que no es tan cruel. Porque también hay cosas buenas y positivas, aunque a mi me cueste encontrarlas.
Tal vez sólo es una recaída. Aunque me levante cada mañana triste. Sólo tengo ganas de llorar, llorar hasta agotarme.

jueves, 12 de marzo de 2009

Ángel oscuro




Ángel oscuro, ángel de la muerte,
tú que decides sobre nuestro final
si vas a segar alguna vida,
si vas a arrebatarme algún ser querido
te suplico que no lo hagas.
No me dejes sin los que amo,
los que me hacen ser feliz.
A cambio llévate mi vida
detén la sangre que corre por mis venas
cierra mis ojos para siempre,
antes llévame a mí,
pero no me dejes sin las personas que quiero.
Ángel oscuro, ese es mi deseo.

martes, 10 de marzo de 2009

Una carrera sin final



Dentro de apenas dos meses se me acabará el contrato de trabajo, y es algo que me angustia cada día más. Me he apuntado a dos bolsas de trabajo y también a unas oposiciones, aunque esto último ha sido casi más una formalidad, ya que veo muy difícil que pueda aprobar.

En una de esas bolsas de trabajo hay que pasar diferentes pruebas, casi todas eliminatorias. Lo cual implica que si suspendes el examen ya dejas de formar parte de la bolsa de trabajo y no te pueden llamar para trabajar. Nada del otro mundo. Se trata de algo que forma parte de esta sociedad cada día más competitiva y exigente. Es algo que hay que aceptar, no queda más remedio.

Desde que empezamos a estudiar, desde muy pequeños, se nos exige que estudiemos al máximo, que saquemos buenas notas, que seamos los mejores. Cuando acabemos los estudios básicos podemos optar por estudiar una carrera, o aprender un oficio. Pero hagas lo que hagas se te exigirá que des el máximo de ti, que te esfuerces y estudies. Estudiar para sacar las mejores notas, para ser el mejor estudiante, para poder entrar, por ejemplo, en una carrera con una nota de acceso exageradamente alta. Si quieres ser médico o ingeniero vas a tener que estudiar muy duro ya sólo para poder entrar en la facultad.

A partir de ahí todo parece una carrera de obstáculos, de exigencias que hay que superar, de oportunidades que no puedes dejar pasar. Eso te dicen, los profesores, los padres, los que "velan por tu bien". Y cuando acabas de estudiar, y empiezas a buscar empleo te encuentras con un mundo aún más competitivo, y donde el fracaso ya no es suspender, es estar sin trabajo. A partir de entonces vuelves a entrar en una rueda de competición. "Preparate las entrevistas, estudia idiomas, sácate el carnet de conducir, haz cursillos...etc. "Si no cumples con alguno de los requisitos, como no tener carnet de conducir, te preguntaran insistentemente a que esperas para sacartelo. ¿Acaso no sabes que tienes que estar bien preparado? Te estás jugando tu futuro, no te dejan de recordar.

Al fin y al cabo ya lo sabías, estas son las reglas del juego, más gente, menos trabajo, y más exigencias para conseguir un empleo. Si no te gusta esta sociedad competitiva, o si por el motivo que sea no eres capaz de seguir estudiando horas y horas, ya sabes lo que te espera. Si abandonas, si dejas pasar las oportunidades, si por el motivo que sea no puedes estudiar, quedarás excluído. Es el mundo en el que vivimos. Aunque a mí no me guste.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Menos que cero


Desde muy pequeña mi opinión sobre mi misma, mi forma de valorarme ha sido siempre muy negativa. Mi autoestima ha sido y sigue siendo muy baja. Todo ello se debe, en buena parte, a las experiencias que he vivido a lo largo de mi vida, la valoración que he recibido en mi infancia, de familiares y amigos. Los comentarios respecto a mí y a mi forma de actuar solían ser negativos, y con frecuencia de tipo despectivo. De hecho, en una parte de mi entorno familiar, aún lo siguen siendo. Este autoconcepto de mi misma también se debe, obviamente, a mi depresión y ansiedad.

Todo eso me ha hecho creer que no soy merecedora de que me ocurra nada bueno. Que no tengo ninguna virtud y sí muchos defectos. Que mi opinión no vale absolutamente nada, y que los demás siempre tienen una opinión que es mucho más valida que la mía. El concepto que tengo de mi físico y de mi forma de ser es completamente negativo, e incluso de rechazo.

Es por esa forma de valorarme, durante tantos años, y tan arraigada en mi forma de ser, que pocas veces doy mi opinión, y cuando lo hago no confio en absoluto en mi misma. Pienso que aunque lo intente no voy a estar al nivel de los demás, y por eso me avegüenzo de mi forma de ser, de mi misma. Siempre he creído que mis capacidades y cualidades son prácticamente nulas.